sábado, 1 de febrero de 2014

La última y nos vamos

Hace mucho tiempo dejé de escribirte. Ahora te contaré cuál lo último que ha pasado en mi vida.

Decidí comenzar una relación con Fernando. El departamento donde viví con Gabriel, lo vendí y decidí comprar una casa cerca de la universidad. Ha sido uno de los momentos más difíciles en mi vida, pues ese fue un lugar muy especial para los tres.

En el momento en que terminaba de hacer la mudanza, se acercó una de las vecinas a decirme: “¡Qué bueno que decidiste volver a vivir! Me alegra ver que no volviste a caer en un pozo sin fondo”. Me limité a sonreír y agradecer sus palabras. “Volver a vivir”, creo que la vecina tenía razón. Había dejado de hacer muchas cosas, que solía hacer, cuando comenzó esta historia.

Gabriel jamás se irá de mi corazón. Él es quién me trajo hasta aquí. Hasta esta nueva vida. Rocío será una mujer importante, pues me animó a conocerme más a fondo. Ambos fueron, y serán, los amores de mi vida.

Regresé al departamento por unas cajas con utensilios de cocina. Al entrar, percibí aquel olor a vainilla; ese fue el aroma característico de ese departamento. Recorrí el departamento, y me acompañaban tantos bellos recuerdos. No pude contener las lágrimas, y comencé a llorar en silencio. Todas las paredes, todos los rincones, todo el piso, todas las habitaciones, todo estaba lleno de recuerdos.

Llegué a la cocina, y recogí la última caja que me faltaba. La llevé a mi coche, y emprendí el viaje a mi nueva casa. Un nuevo comienzo aguarda en aquella casa.

Decidí llamar, por última vez a Rocío. La invité a tomarnos unos mezcales en “La mil amores”, que está en la Condesa. Ella llegó puntual, como siempre lo ha hecho. Empezó por preguntarme sobre mi vida después de que ella había decidido irse. Le platiqué todo lo que tú ya sabes. Ella me platicó que en su casa las cosas iban bien: su mamá abrió una panadería y empezaban a vender muy bien.

Después de unos cuantos mezcales, la música y el ambiente pintaba para bailar. La invité a bailar una cumbia que nos encanta. Después de esa canción, no paramos de bailar. Antes de irnos le dije: “la última y nos vamos”. La última canción fue “Come On Eileen” de Dexy’s Midnigth Runner.

Jamás habíamos sentido aquella sensación de libertad; esa que muy pocas veces sientes en la vida. Esa que hace que te llenes de energía por haber cerrado un círculo. El círculo con ella y Gabriel estaba cerrado. Era tiempo de volver a ser libre.

Fernando se ha convertido en uno de los pilares de mi vida. Ha buscado la manera de hacerme feliz, y yo a él. Hemos decidido que no viviríamos juntos hasta que terminemos la universidad.

Mis papás están en una terapia, donde la psicóloga les está ayudando a asimilar mis preferencias sexuales, y cómo reaccionar ante mi nueva relación. Mi papá ahora pide que convivamos, Fernando y yo, con ellos.

Pasaron muchas cosas en este año. Cosas maravillosas, y también algunas tristes. A partir de ahora me tengo que despedir de ti, querido lector. Recuerda que siempre debemos luchar por lo que queremos. A veces la vida nos resulta más difícil de lo que planeamos, pero todas las cosas nos fortalecen.

Hay cosas que nos marcan para siempre: la muerte de un ser querido, la separación de nuestro ser amado, perder a un amigo, perder a alguno de nuestros padres, pero todo esto no nos debe vencer. Una amiga siempre dice que hay que sonreír, pero también se vale llorar y disfrutar el dolor.

Jamás dejes de soñar, porque los sueños los podemos hacer realidad. Tampoco creas que de la noche a la mañana caerá una herencia multimillonaria herencia, pero siempre lucha por los sueños. Los sueños se cumplen con empeño.

Vive tu vida lo más feliz que puedas. Despréndete de los rencores, y pide perdón a los que has lastimado.  Perdona a los que te han lastimado. Simplemente preocúpate por ti y los tuyos. Jamás estarás solo o sola, siempre tienes a alguien a tu lado. Respeta a quienes son diferentes a ti.


Hasta pronto, querido amigo o amiga.

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Empezar a vivir o vivir en el pasado?

Fernando me invitó a salir el viernes pasado. Fuimos a beber cerveza, platicar y bailar. La verdad creí que no pasaría de una charla sobre nuestras vidas. Me confesó que era gay, y que yo le gustaba.

Me pregunto, aún, si estas confesiones las había hecho por haber bebido mucho. El problema llegó cuando me besó. Estoy realmente confundido. Todo pasó tan rápido que después del beso, termine por quedarme callado.

Estoy terminando de procesar aquel suceso. Debo aceptar que no lo esperaba, pero también acepto que me gustó. Me hizo temblar. Fue uno de esos besos que llegan a ponerte nervioso de un momento a otro.

Después de aquel día no hemos podido hablar. No sé si fue mi actitud o que estamos estresados con las entregas de proyectos.

También debo contarte que el fin de semana, decidí salir a festejar el “día de muertos”. Quería pasar el día con mis muertos. Recordarlos. Gabriel está en su urna en la iglesia de la Santa Veracruz, a un lado de la Alameda Central.
Lleve aquellas flores que tanto le gustaban: girasoles, acapulcos y gladiolas. El departamento siempre estaba lleno de estas flores. El me contó que esas flores las amaba porque le recordaban a su abuela. Ella murió dos años antes que él. El mismo día murieron los dos.

Estuve ahí cerca de dos horas, platicándole mi vida, como si aún pudiera escucharme. Al salir de la iglesia, me llamaron mis amigos Joel y Alejandro. Me invitaron a visitar las ofrendas de Ciudad Universitaria. Nos vimos media hora después de aquella llamada.

Al terminar la visita, decidí ir a casa de mis padres. Ahí están la urna de mi abuela. Al llegar a casa fui recibido con singular alegría por parte de mis padres. Mi madre estaba preocupada de que pudiera hacerme daño o me deprimiera esos días.

En una mesa especial, estaba la ofrenda y la urna de mi abuela. Al verlo sentí como aquel último abrazo que me dio. Recordé todos esos momentos que había pasado a su lado. Sonreí y me preparé para ayudar a mi madre con su negocio.

Algunas veces me pone muy triste saber que mis dos personas favoritas ya no estén. No creo ser el único ser humano en el mundo que extrañe a alguien, pero tampoco el último. 

Es difícil decir adiós, pero como dice el dicho: “el muerto al pozo, y el vivo al gozo”.


Ahora me toca decidir qué haré respecto a aquel beso. Tengo que decidir qué quiero para mí. En este momento solo me dedico a pensar si realmente quiero empezar algo de nuevo.

domingo, 27 de octubre de 2013

Un año quebrado

Ha sido un año muy difícil. Han pasado casi doce meses desde la última vez que escribí mi diario. Me parece sensato contarte por qué dejé de escribir.

Gabriel, después de enfrentar  a sus padres, decidió que no podía seguir más. Se suicidó la noche del 24 de Diciembre; Rocío y yo terminamos un mes después. No ha sido un año fácil. La universidad ha sido mi refugio: altas calificaciones, y muy pocos amigos.

Ha sido un año quebrado, como dice la canción de Hello Seahorse, pero también han pasado cosas interesantes. Después de la muerte de Gabriel y el rompimiento con Rocío, la relación con mi padre mejoró; quizá no del todo, pero ya es un avance que podamos pasar juntos los fines de semana sin pelear.

Hace algunas semanas conocí a un chico que se llama Fernando. Es un chico muy simpático, y es muy amable conmigo. Ha sido de las pocas personas que se han acercado a mí después del cambio de actitud. Me gusta cuando intenta hacerme reír: sabe que algunos chistes de Pepito me matan de risa.

Poco tiempo después de la partida de Gabriel y Rocío, decidí entrarle a la meditación. Voy al Centro Budista de la Ciudad de México que está en la Roma (me queda a dos cuadras del departamento). Al principio solo lo hacía para no pensar, ahora lo hago para liberarme de cosas que no fueron mi culpa.

Pienso en lo bellos que fueron los momentos con Rocío y Gabriel, después los despido de mi vida. Es obvio que no se irán tan rápido de mi vida, creo que nadie se va por completo, pero llegará el momento en que dejen de doler.

He comenzado a comprender que después de las despedidas, viene un nuevo comienzo. Algunas veces me da risa al pensar que nunca estamos contentos con lo que tenemos, hasta que lo perdemos.

La vida nos da golpes muy fuertes, pero tenemos que seguir adelante. Algunas veces dudamos de nuestras acciones, pero siempre debemos tener la firmeza y responsabilidad de que nuestras acciones, todas, tienen consecuencias positivas o negativas.

Ya me aburrí de darte estas explicaciones. Me leí como mal predicador de iglesia cristiana. Me gustaría saber qué opinas de esto.

Estoy a puto de cerrar el cuarto trimestre de la carrera. No me va mal. Te prometo seguir escribiendo. En los próximos días te contaré mis planes, y lo que suceda con Fernando.
Bonita semana.


domingo, 2 de diciembre de 2012

Proclamar la libertad


He decidido darme un tiempo para sanar las heridas por dónde casi se me escapa la vida. Han pasado dos semanas desde la última vez que les escribí. Les escribo porque ha pasado algo nuevo en mi vida: la relación con Gabriel no anda nada bien.

Después de pasar casi una semana en el hospital noté a Gabriel un poco raro. El miércoles pasado noté que estaba muy pendiente de su celular. Así pasaron los días hasta ayer, cuando decidí preguntarle el por qué estaba tan pendiente del celular. Después de un “tira y afloja”, logré quitarle el celular. Gabriel había agendado una cita en Cuernavaca para la semana siguiente con un chico llamado Roberto.

Sabía que era estábamos en una relación poliamorosa, pero ¿Otro más? No conocía a ningún Roberto. Le pregunté a Rocío si conocía a algún Roberto que tuviera contacto con Gabriel. Ella contestó que no. Ella había notado a Gabriel muy distante desde aquel incidente en el baño. Llegaba del trabajo y se encerraba en su recamara mientras Rocío se preparaba para regresar al hospital conmigo.

Hoy por la mañana decidimos confrontarlo y preguntarle sobre aquel chico que lo había mantenido muy distante. Estaba decidido a enfrentar la situación  y dije: “¿Por qué has estado tan distante con nosotros y tan pendiente del tal Roberto? ¿Acaso planeas que se una un cabrón más a esta relación?”. Gabriel me miró, echó una carcajada al aire y dijo: “¿Te preocupa? Al parecer te has ocupado en mantenernos al pendiente de ti olvidando que tenemos cosas que hacer”. Rocío, muy enojada le contestó: “¿Ya se te olvidó por qué llegó a ese extremo? ¿Por qué lo juzgas? Tú no te has atrevido a decirle a tu madre que te coges a un hombre y a una mujer al mismo tiempo. No te quieras hacer el maduro.”

Intentó dar una bofetada a Rocío la cual detuve con  la mano, aún con suturas, y le dije: “No te atrevas a tocarla, cabrón. ¿Te molesta que te digan la verdad? Rocío y yo, ya enfrentamos a nuestras familias y estamos aquí. Habíamos dicho que nos íbamos a apoyar incondicionalmente. ¿Por qué nos tratas así?”.

Gabriel soltó unas lagrimas y dijo: “Yo no tengo el valor como ustedes. Soy muy débil para enfrentar algo tan fuerte. Roberto es mi psicólogo y me ha estado ayudando. Comencé a consultarlo cuando Alberto intentó quitarse la vida. Yo quería ser más fuerte que ustedes y no puedo. Soy un pendejo.”

Lo abrazamos y le dijimos que todo estaría bien. Es momento de ayudarlo a enfrentar este paso tan grande. 

Estamos planeando aprovechar que Gabriel va con su psicólogo a Cuernavaca y ahí poder controlar la situación con sus padres. Estaremos presentes: Rocío, Gabriel, el padre de Gabriel, la madre de Gabriel, sus hermanos y yo. Espero que todo salga bien.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La verdad

Ha pasado una semana desde que iniciamos nuestra relación poliamorosa. Decidí contarle sobre mis preferencias a mi padre el viernes por la noche. Mi padre llegó, como siempre, a las 21:35 horas. Jamás me había puesto tan nervioso con su llegada. Le dije: “Papá, tengo que platicar algunas cosas contigo y con mamá. ¿Podemos ir al estudio?”. Asintió con la cabeza.
Estoy seguro de que mi madre presentía aquella noticia. Hace tiempo me había escuchado hablar con Gabriel. Era una plática “candente”. En el momento en que descubrí que mi madre estaba escuchando, colgué el teléfono. Ella se fue.
No sabía cómo explicarlo. No sabía qué palabras usar. Ha sido uno de los momentos más difíciles de mi vida. En el momento en que vi a mis padres sentados y tranquilos, dije: “Han pasado 20 años desde que llegué a esta familia. Hace unas semanas descubrí quien soy en realidad. Soy bisexual y tengo novia y novio.”
Los ojos de mi madre comenzaron a soltar unas lágrimas y corrió a abrazarme. Me dijo: “Es tu vida y yo te acepto como eres. Me enorgullece saber que tienes la confianza para decirlo de frente. Eres mi más grande orgullo”.
Hubiera deseado que la actitud de mi padre fuera la misma. Empujó a mi madre y comenzó a insultarme. Dijo cosas tan hirientes que comencé a llorar como si fuera un bebé. Esas palabras llegaron a lo más profundo de mi corazón y me han lastimado. Hay unas palabras que no saldrán tan fácil de mi cabeza: “Solo eres un error. Yo sabía que no era una buena idea tenerte. No eres el hijo que había deseado. Me das asco. ¡Largo de mi casa!”.
Comencé a empacar. Llamé a Gabriel y Rocío para poder llevar mis cosas al departamento de Gabriel. Me sentía tan triste por la reacción de mi padre. Había terminado de empacar y mi madre llegó a abrazarme. Nos fundimos en un abrazo y compartimos las lágrimas.
Llegó Gabriel y comenzamos a meter las maletas en la camioneta. Llegando a casa de Gabriel, me encerré en el baño, tomé una navaja y corté mis muñecas. Hoy desperté en el hospital. Estaba Gabriel, Rocío y mi madre. Mi papá entró y me dijo: “Perdona lo que te dije. Eres mi luz. Dame tiempo para asimilarlo. Te veo pronto”.
Creo que al final aceptará lo que soy. No volveré a atentar contra mi vida. Hoy volví a nacer. Haré mi mayor esfuerzo para demostrarle a mi padre que sigo siendo un buen estudiante y, sobre todo, buen hijo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Hasta que el cuerpo aguante

Había llegado el momento de enfrentar mis más grades temores. Decidí hablar, con ella y con él, sobre lo que sentía. Los amaba con todas las fuerzas de mí ser.

Mis padres estaban en Veracruz, visitando a mi abuela. Decidí que mi casa sería el lugar correcto para reunirlos. La cita fue el lunes a las 19:30 horas en mi casa.
Ella llegó primero. Me impresionó su vestimenta: un abrigo negro, pantalón ajustado y botas negras. Se veía hermosa. La tomé por la cintura y la besé. Cinco minutos después, llegó él. Nunca se había visto tan bien: una camisa rosa ajustada que dejaba ver sus músculos bien torneados, pantalón de mezclilla y unos zapatos cafés. Lo besé como siempre.
Era el momento de hablar. No encontraba las palabras hasta que un impulso me llevó a decirles: “los amo y es por eso que los tengo aquí. Gabriel, eres el amor de mi vida pero me he enamorado de Rocío”. Gabriel creyó que era una broma hasta que notó la seriedad de mis palabras.
Gabriel dijo: “Sabes que me ha costado mucho trabajo llegar hasta ti, Alberto. ¿Vas a terminar la relación conmigo solo por creerte enamorado de Rocío?”.
Comencé a ponerme más nervioso. No sabía cómo decírselo. Pensé las palabras correctas y dije: “estoy plenamente convencido de que te amo. No quiero terminar contigo. Solo te estoy pidiendo que me permitas estar con Rocío y contigo. Te estoy pidiendo una relación poliamorosa”.
Rocío se notaba demasiado incómoda y dijo: “Gabriel, te amo y he aceptado compartir el amor de Alberto contigo. Dejemos de ser convencionales. Amémonos y dejémonos llevar hasta que el cuerpo aguante”.

Gabriel se levantó de su silla y salió de mi casa. Salimos detrás de él pero era demasiado tarde. Había decidido irse. Comencé a llamar a su celular y desviaba mis llamadas. Veinte intentos de llamadas después, me envió directo al buzón de voz. Al soltar la primera lágrima, Rocío había decidido irse a casa.
El sábado Gabriel me llamó y me citó en el Monumento a la Revolución. Había llorado toda esa semana por él. Al llegar, me llevé una gran sorpresa: Gabriel y Rocío tomados de la mano. No supe cómo reaccionar y comencé a llorar. Gabriel corrió, me abrazó y dijo: “No te dejaría por nada en el mundo. Te amo y solo quiero que seas feliz”. Rocío me abrazó poco después y dijo: “Te amamos y nos vamos a apoyar”.
Después de ese momento sabía que era momento de enfrentar lo que viniera. Era momento de hablar con mi familia. ¿Qué me dirá mi papá? ¿Qué dirá mi mamá? ¿Qué pasará con mi vida?

domingo, 4 de noviembre de 2012

Una fiesta exitosa

Hemos decidido, él y yo, que nos veríamos el miércoles 31 de Octubre para celebrar Halloween con nuestros amigos. Esa celebración quedará en mi memoria por mucho tiempo.
Ese día, llegué a su casa alrededor de las 19:30 horas. Su mamá me había recibido como si fuera un hijo que casi nunca visitaba su casa. La atención de toda la familia estaba sobre mí. Comenzaban a llover preguntas: ¿Dónde se conocieron? ¿Quiénes son sus amigos en común? ¿Es verdad que Rocío tuvo algo, más allá de una amistad, con ustedes?
Nunca imaginé que él revelaría tanta información a su familia. Detuvo el interrogatorio acercándome unas cuantas gomitas, en forma de cerebros, bañadas con chamoy. Muy acorde a la celebración.
Después de aquel pequeño festín decidimos que era momento de ponernos nuestros disfraces. Él decidió que comenzara aquella transformación en su recámara y él lo haría en el baño. Cuarenta y cinco minutos después, yo estaba listísimo para presumir lo que había hecho: una zombificación de Carlos Monsiváis. Él se había disfrazado de “Zapata Zombi”.  Después de un pan de muerto y un chocolate caliente, salimos a la fiesta.
El trayecto fue muy divertido: escuchando canciones de los 80’s, personas tomándonos fotos desde sus autos, comiendo gomitas en forma de cerebros, etcétera.
La fiesta era cerca de la delegación Venustiano Carranza. Al llegar, nos dimos cuenta de que ya no había lugar para estacionar el automóvil. Bajé a buscar a Lalo, nuestro amigo y organizador de la fiesta.  Él comenzó a pedir a la gente que acomodara sus autos. Al cabo de sólo cinco minutos, mi novio ya bajaba del auto.
La fiesta tenía todo lo que cualquier chico de 20 años podía pedir: cerveza, comida, buena música y muy buen “taco de ojo”. Mi novio y yo sabíamos que quizá era la oportunidad de hacer un trío con otro chico. En ese momento apareció quien provocaría, en ambos, aquella satisfacción que tanto buscábamos.
Iba disfrazado de la parca. El detalle que llamó nuestra atención fue su traje entallado que mostraba sus músculos bien ejercitados. Al cabo de dos horas y cuatro o cinco cervezas, decidí hablarle e ir al grano. Cuando le hice la propuesta, dudó solo dos segundos para decir que aceptaba. Subimos a una de las recámaras y comenzó a hacerse realidad aquella fantasía de los tres.
No supimos quién era. No supimos adónde iba. Sólo sabíamos que esa noche había salido a la perfección.
¿Cómo le diré a mi novio lo que pasó hace una semana con Rocío? ¿Qué estará haciendo? ¡No puedo dejar de pensar en ella!