domingo, 4 de noviembre de 2012

Una fiesta exitosa

Hemos decidido, él y yo, que nos veríamos el miércoles 31 de Octubre para celebrar Halloween con nuestros amigos. Esa celebración quedará en mi memoria por mucho tiempo.
Ese día, llegué a su casa alrededor de las 19:30 horas. Su mamá me había recibido como si fuera un hijo que casi nunca visitaba su casa. La atención de toda la familia estaba sobre mí. Comenzaban a llover preguntas: ¿Dónde se conocieron? ¿Quiénes son sus amigos en común? ¿Es verdad que Rocío tuvo algo, más allá de una amistad, con ustedes?
Nunca imaginé que él revelaría tanta información a su familia. Detuvo el interrogatorio acercándome unas cuantas gomitas, en forma de cerebros, bañadas con chamoy. Muy acorde a la celebración.
Después de aquel pequeño festín decidimos que era momento de ponernos nuestros disfraces. Él decidió que comenzara aquella transformación en su recámara y él lo haría en el baño. Cuarenta y cinco minutos después, yo estaba listísimo para presumir lo que había hecho: una zombificación de Carlos Monsiváis. Él se había disfrazado de “Zapata Zombi”.  Después de un pan de muerto y un chocolate caliente, salimos a la fiesta.
El trayecto fue muy divertido: escuchando canciones de los 80’s, personas tomándonos fotos desde sus autos, comiendo gomitas en forma de cerebros, etcétera.
La fiesta era cerca de la delegación Venustiano Carranza. Al llegar, nos dimos cuenta de que ya no había lugar para estacionar el automóvil. Bajé a buscar a Lalo, nuestro amigo y organizador de la fiesta.  Él comenzó a pedir a la gente que acomodara sus autos. Al cabo de sólo cinco minutos, mi novio ya bajaba del auto.
La fiesta tenía todo lo que cualquier chico de 20 años podía pedir: cerveza, comida, buena música y muy buen “taco de ojo”. Mi novio y yo sabíamos que quizá era la oportunidad de hacer un trío con otro chico. En ese momento apareció quien provocaría, en ambos, aquella satisfacción que tanto buscábamos.
Iba disfrazado de la parca. El detalle que llamó nuestra atención fue su traje entallado que mostraba sus músculos bien ejercitados. Al cabo de dos horas y cuatro o cinco cervezas, decidí hablarle e ir al grano. Cuando le hice la propuesta, dudó solo dos segundos para decir que aceptaba. Subimos a una de las recámaras y comenzó a hacerse realidad aquella fantasía de los tres.
No supimos quién era. No supimos adónde iba. Sólo sabíamos que esa noche había salido a la perfección.
¿Cómo le diré a mi novio lo que pasó hace una semana con Rocío? ¿Qué estará haciendo? ¡No puedo dejar de pensar en ella!

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